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Un libro ambientado en un sitio al que siempre hayas querido ir: Mrs. Hemingway en París

The Paris WifeHoy no estoy en Barcelona, escribo desde un barcito del París de los años 20. Luego me paseo de un café a otro, bailo al ritmo del jazz, tomo brandy mientras converso sobre literatura, arte y la vida. Me codeo con Scott y Zelda Fitzgerald, Gertrude Stein, John Dos Passos y otros grandes de las letras. Me empapo de la alegría exagerada que siguió a la guerra y absorbo la creatividad que parece encontrarse en cada rincón de la ciudad de las luces en esa época. Estuve leyendo The Paris Wife en su versión original en inglés, que cuenta la vida de Hadley Richardson, la primera esposa de Ernest Hemingway.

Llegué a este libro a través de una recomendación en una de las infames listas que mi amiga Vanessa (otra devoradora de literatura) cuelga en Internet para tentarme y lograr que siga aumentado mi colección. Aquella lista relacionaba libros con películas, y en este caso en particular, se mencionaba que si a uno le había gustado la película Midnight in Paris, de Woody Allen, le encantaría esta novela. Y resultó ser verdad; tiene el mismo espíritu, los mismos toques de bohemia, diversión y decadencia, me causó la misma nostalgia por una era de oro en la que nunca viví. Me dio también nostalgia de todas las callecitas que sí recorrí cuando pude pisar el suelo de una de mis tierras soñadas.

Sin embargo, el libro ofrece mucho más y cuánto más avanzaba en la historia, menos disfrutaba de las escenas pintorescas de París; estaba tan metida en el interior de Hadley, que solo podía ver su sufrimiento y sus intentos lastimosos por adaptarse a una sociedad que jugaba con reglas totalmente distintas a la suyas, por mantener un amor que ya estaba manchado. A pesar de no ser una biografía, la autora declara que intentó ser lo más fiel posible a la realidad de la vida de esta pareja, y quizá porque sus aventuras y penas están relatadas en primera persona más angustiosos se me hicieron los eventos que van sucediéndose, dejando adivinar una caída tan inevitable como las fichas del dominó cuando se tira la primera. Aclaro que no estoy arruinándole el libro a nadie, me parece que es bien sabido que Hemingway tuvo cuatro esposas y mil cien amantes. Pero bien vale la pena enterarse cómo pasó de la esposa número uno a la número dos.

Muchas veces me he preguntado por qué tantas mujeres se empeñan en vestirse de blanco por una noche, para pasar el resto de sus vidas como una sombra negra. Creo que esto fue lo que le pasó a la Sra. Hemingway:  dedicó años de su vida a ser la amante, musa, compañera y lectora de un escritor con un ego más grande que la Torre Eiffel, cuyo egocentrismo de macho alfa salpica casi todas las páginas, incluso las que no se está hablando de él. Tal vez por eso me metí tanto en esta crónica, porque enseguida me di cuenta de que Hadley parecía no ser ni la protagonista de su propia historia. Quería gritarle: ¡reacciona, por favor! Y es que me resultó muy difícil ver cómo brindaba todo de sí para ser la sombra de alguien que necesitaba ser adorado, porque sabía que en algún momento iba a querer reemplazarla, cuando considerara que ya no tenía una «esposa buena y leal», o cuando apareciera otra mejor. Admito que no le tenía nada de simpatía a este escritor desde que me obligaron a leer El viejo y el mar en el colegio, y desde que me enteré de los rasgos de su personalidad leyendo algunos datos anecdóticos sobre él. Ahora lo tolero aún menos y por más genio que lo declaren, no me interesa leerlo más. Le he regalado demasiado tiempo a personajes como este en la vida real, no quiero dedicarle mis horas de lectura a alguien así.

Puede parecer que estoy siendo muy dura. Estas son las cosas que yo sentí al leer la novela. A otros bien puede generarle una reacción diferente. No quiero influenciar, pero se me hace casi imposible no opinar sobre estos aspectos. He visto y sigo viendo mujeres que durante años son «la compañera», y cuando ya no lo son, ¿qué les queda? Ese modelo podría funcionarle a algunas en la época en la que las parejas se disolvían solo con la muerte, así supieran que no eran la única en la vida de sus esposos, ellas eran «la titular». Otras se veían atrapadas en una vida que no era la suya. Pero hoy en día no veo cómo puede prosperar ese estilo de vida, ahora que todo es descartable, ahora que nadie cree en el «para siempre». Si nuestro único propósito en la vida es transitar el camino de otro, ¿qué pasa cuando este nos suelta la mano? Para algunas el otro camino son los hijos, pero algún día estos vivirán su vida por separado, y en ese momento ¿la de ellas quedará vacía? También veo cómo eso se repite con madres el día de hoy. Y pienso en mi madre, que estudió y luchó contra viento y marea para tener la profesión de sus sueños. ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera sido su único camino cuando me mudé a miles de kilómetros de distancia hace ya casi 5 años? Con seguridad me sentiría mucho más culpable de lo que me siento ahora por estar tan lejos, porque si yo fuera toda su vida, no podría dejarla sola, y esto me impediría a mí cumplir mis propios sueños.

Estas reflexiones pueden no caerle bien a todo el mundo, pero son en cierta medida, simples conclusiones que voy sacando a medida que conozco gente, que soy testigo de sus soledades, o en el caso de hoy, al leer la novela sobre la desazón y desengaño de una de estas musas descartables, si me aceptan el atrevimiento de llamarlas así. Que no se malentienda, el libro es atrapante, lo recomiendo mucho porque lo disfruté y me lo devoré en tres días. Tal vez si no hubiera tenido otras actividades diarias lo habría terminado en menos. Pero por suerte para mí, recorro varios caminos en esta vida, siempre buscando mi propósito. Necesito varios de esos, por las dudas. Nunca se sabe qué puede salir mal, pero cuando eso pase, quiero estar preparada.

timeless_loneliness

* Notas sobre la edición en español:

Mrs. Hemingway en París

Editorial: Alianza Literaria

I.S.B.N.: 978-84-206-7394-3

4 comentarios el “Un libro ambientado en un sitio al que siempre hayas querido ir: Mrs. Hemingway en París

  1. Convengamos que Hemingway fue una persona y escritor muy particular. Y creo q encontro como comunmente se dice «la horma de su zapato» cuando se caso con Martha Gellgorn (creo q asi se escribe el apellido ) una excepcional periodista y corresponsal de guerra y mujer de gran carácter al mismo tiempo indomito ( lo cual admiro ).
    Como recomendación para saber un poco mas de ésta pareja hay una película muy buena a mi parecer de HBO sobre ellos.
    Y como siempre un placer leerte :-).

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    • ¡Gracias, Claudia! Creo que alguien me había recomendado la película. La voy a ver, aquí dejo el nombre y datos: http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/754749.html
      También me habían hablado sobre Martha Gelhorn como alguien muy inteligente e inspirador, lo más probable es que hayas sido tú. Pero me interesa más saber sobre ella, hay un libro que me recomendó una amiga que se llama «Mrs. Hemingway», que al parecer habla de todas sus esposas. Quizá algún día lo lea 🙂

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  2. Muy interesante tu artículo, y la aportación de tu amiga Claudia. Creo que Martha Gellgorn también fue la única mujer que lo dejó a él en lugar de ser abandonada por otra. Claro que de todas formas, él ya tenía a otra 😉

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    • Parece que siempre tenía a otra :/
      Pero sí, leí que ella fue la única en pedirle el divorcio. No puedo negar que estoy interesada en leer el libro que tú leíste, Mrs. Hemingway. Pero primero quiero seguir leyendo a autoras interesantes. La de este momento, Alice Munro. Creo que va a ser un placer escribir esa entrada 😉

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